El Lago Azul

El viento silbaba a mi alrededor, las zarzas se iban hendiendo en mi cuerpo, pero en el estado de completa euforia en el que me encontraba solo sentía el agudo y penetrante olor característico de esos malditos elfos. Mi parte racional me decía que acababa de llegar a una escuela, debía refrenar el deseo de carne, pero mi instinto animal estaba desatado.

Corría por el bosque, saltando de árbol en árbol y destruyendo todo lo que se interponía en el cada vez menor espacio que me separaba de mi presa. El olor se hace mas intenso, pero hay algo en el que me resulta familiar..., imaginaciones mías causadas por el hambre seguramente. De repente observo su figura, la de una elfa recostada en una rama, contra el tronco del árbol. Sin pensármelo dos veces entro en el claro de un salto, mi figura se recortaba con la luz de luna, proyectando ante mi una sombra que no reconocía como mía. Sin dar a los presentes tiempo para reaccionar, y ayudándome de la velocidad que traía doi un segundo salto, resquebrajando la débil tierra sobre la que me encontraba, catapultándome hasta la rama en la que se encontraba aquella despreciable elfa. El árbol cruje bajo la presión de mi cuerpo, me iergo sobre la rama y me quedo observando con los ojos injectados en sangre unos segundos a la débil elfilla antes de acabar con su miserable vida. Pero había algo en ella que me recordaba a otra época, a una vida pasada, dudo por un instante si acabar con ella.